PRESENCIA DE LOS MITOS BÍBLICOS EN LA OBRA “CIEN AÑOS DE SOLEDAD” DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


Resumen

En América Latina durante la década de 1950, surgieron escritores que enmarcaron sus obras en el realismo mágico. Gabriel García Márquez en Cien años de soledad se sirve de elementos míticos, similares a las historias bíblicas, y hace del realismo mágico una verdadera riqueza cultural. La novela emblemática que le hizo merecedor del Premio Nobel de Literatura (1982), expresa la cosmovisión de un pueblo y refiere muchos temas; uno de los más recurrentes es el incesto. Esta práctica se narra en varios pasajes bíblicos, razón por la cual este estudio es pertinente. El mito constituye un valor positivo en la historia de la humanidad, pues sentó las bases de los procesos de comprensión e interpretación de los fenómenos que inquietaban el pensamiento humano. No sólo el mito es antiquísimo; además, se ha mantenido en el tiempo y ha enriquecido la historia. En la diversidad de mitos que se encuentran en la Biblia, el escritor colombiano tomó algunos que desarrolló con gran ingenio y que invitan al lector a evocar los relatos bíblicos. A continuación, el estudio concentrará su atención en algunas manifestaciones míticas incluidas en el Pentateuco, es decir, los cinco primeros libros de la Biblia cristiana; a saber: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Lo anterior, constituye un necesario ejercicio de exploración de este discurso multiforme que nos acerca al mundo del ser caribeño.

Abstract

In Latin America during the 1950s, writers emerged who framed their works in magical realism. Gabriel García Maquez in Cien años de Soledad uses mythical elements, similar to biblical stories, and makes magical realism a true cultural wealth. The emblematic novel that awarded him the Nobel Prize for Literature (1982), expresses the worldview of a people and refers to many themes; one of the most recurrent is incest. This practice is narrated in several biblical passages that is why this study is relevant. The myth constitutes a positive value in the history of humanity, since it laid the foundations for the processes of understanding and interpretation of the phenomena that disturbed human thought. Not only is the myth ancient; moreover, it has been maintained over time and has enriched history. In the diversity of myths found in the Bible, the Colombian writer took some that he developed with great ingenuity and that invite the reader to evoke the biblical stories. Next, the study will focus its attention on some mythical manifestations included in the Pentateuch, that is, the first five books of the Christian Bible; namely: Genesis, Exodus, Leviticus, Numbers, and Deuteronomy. The foregoing constitutes a necessary exploration exercise of this multiform discourse that brings us closer to the world of being Caribbean.


Extenso

El realismo mágico es un movimiento literario que tiene como mayor exponente al escritor colombiano Gabriel García Márquez. Surgió hacia mediados del  siglo XX  y se caracteriza por establecer conexiones entre la realidad, la superstición, el ingenio y la creatividad. Este escritor permite que el lector entre en el mundo real a través de la exageración y lo inverosímil. El primero en definir lo que se entiende por realismo mágico es Arturo Urlar Pietri, quien  señala que:

Lo que vino a predominar en el cuento y a marcar su huella de una manera perdurable fue la consideración del hombre como misterio en medio de datos realistas. Una adivinación poética o una negación poética de la realidad. Lo que a falta de otra palabra podrá llamarse un realismo mágico. (1948, p. 121).

El realismo mágico está presente en la mayoría de las novelas de García Márquez, quien resalta aspectos de la vida cotidiana cargados de exageración. Entre estos, podemos  encontrar una gran cantidad de episodios que hacen referencia a narraciones de la Biblia. Las Sagradas Escrituras es el texto místico para los judíos y para los cristianos; en el Antiguo Testamento se desarrollan muchos géneros literarios  en los que pueden resaltar: mitos, leyendas, cuentos, poesía y muchos otros. De ahí, que cobra mayor sentido lo que  expresa el escritor argentino Jorge Luis Borges: “La Biblia es la más grande colección de relatos fantásticos”. (1989, p. 289).

De una manera magistral, Gabriel García Márquez presenta en su novela Cien Años de soledad aspectos similares que encontramos en la Biblia; por ello, es necesario tener presente que en todos los campos del conocimiento hallamos, al menos, un referente religioso que enriquece y nos ofrece otra visión de la realidad. La sociología, por ejemplo, aborda el problema del hombre en la sociedad, pero cuando ese acercamiento lo hace desde el hecho religioso adquiere un rasgo especial esta afirmación del hombre. Igualmente, cuando los estudios de la psicología se aproximan a la cuestión del hombre a la luz desde una visión religiosa, puede descubrir respuestas a tantos enigmas sobre la comprensión del ser humano. Para explorar estas profundidades, la literatura acude a los mitos.

Religión y mito son necesarios en la vida de la comunidad; además, estos imaginarios culturales se necesitan y complementan, pues no puede haber religión sin mito y no hay mito sin religión; ambos justifican su razón de ser. Por ello, ninguna cultura, ningún pueblo, ninguna comunidad -por antigua, primitiva, salvaje o desarrollada que esté-  ha prescindido de la religión; de esta manera, coexiste en mito. Es una forma de acercarse al misterio con precisión y con imaginación. Con precisión porque relaciona directamente al hombre con Dios, y con imaginación porque existen muchas posibilidades para la descripción de ese Dios y de su actuación en el mundo; si tiene poderes, si es alto, fuerte, sabio, omnisciente, si es creador o si hay más dioses, son detalles que se pueden ofrecer de acuerdo a quien describa su cercanía con el misterio.

          Es innegable que la libertad cultural es un elemento fundamental del desarrollo humano, pues vivir plenamente constituye una invitación continua a elegir la identidad propia, los valores y los modos de manifestarlos. La historia ha dejado constancia de que el ser humano siempre ha buscado un poder superior a sí mismo que aligere la pesada carga que, muchas veces, representa elegir el camino por donde transitar. Además, busca afanosamente un principio que le ayude a comprender la razón de su ser y estar en este mundo. Por eso, el hombre emprende esta búsqueda; y la religión se convierte en una alternativa de hallazgo necesaria. Las culturas ancestrales son una clara muestra de esta experiencia de acercamiento a la divinidad bajo la acción mediadora de los mitos y de los rituales; el creyente ofrece a los dioses sacrificios de animales, y hasta su vida, como signo compensatorio que implica cierta reciprocidad: el hombre sustenta al dios y éste sostiene su existencia:

Un examen de los grandes mitos humanos relativos al origen de la especie y el sentido de nuestra presencia en la tierra revela que toda cultura –entendida como creación y participación común de valores- parte de la convicción de que el orden de la creación ha sido roto o violado por el hombre, ese intruso. (Paz, 1974, p. 24).

El hombre evolucionado –sumergido entre mitos que no le ofrecen respuestas- empieza a generar nuevas formulaciones que le permitan construir un pensamiento más elaborado; así, emerge el logos, la razón, como forma de acercarse al conocimiento más profundo y fundamental. El mundo espiritual aborigen un referente clave para la historia del pensamiento, en tanto ofrece muchas posibilidades de comprensión, interpretación y explicación, en principio, de los fenómenos naturales; también, posibilita el acercamiento a la cultura ancestral.

El mito, como esa primera manifestación de lo religioso, hace posible que el hombre desarrolle un comportamiento moral que lo lleve a rendir tributo a dios. En este orden de ideas, podemos comprender que el mito constituye un valor positivo en la historia de la humanidad que sentó las bases de los procesos de comprensión e interpretación de los fenómenos que inquietaban el pensamiento humano. En este sentido, el mito no sólo es antiquísimo, también ha perdurado.

El estudio de los mitos nos ha hecho darnos cuenta de una clave para su comprensión: son simples, pues han sido producto de las vivencias de los pueblos, muchos de los cuales fueron instrumento de enseñanza. Actualmente, el mito no es estudiado por la misma naturaleza con la que fue creado; sin embargo, vemos cómo la literatura ha respetado el origen y didáctica de los mitos y no los ha cuestionado.

Adicionalmente, el Atlas Universal del mito amplía sus rasgos:

[…] el mito siempre posee su propia coherencia interna, es capaz de expresar igualmente niveles profundos de comprensión (mediante procedimientos pre-racionales, emotivos, simbólicos, estéticos) y, por tanto, puede ser considerado como un tipo de pensamiento autónomo, diferente y no comparable con el científico (2006, p. 6).

García Márquez acude a los mitos universales y locales para dar un sentido enigmático a sus creaciones; el inicio de Cien años de soledad, narra los orígenes de Macondo y cómo las cosas son nuevas y no tenían nombre; solo bastaba señalarlas con el dedo. Luego de buscar tierras para asentarse, consiguen el lugar ideal donde se debe fundar la aldea prometida.

La  lectura analítica de Cien  años de soledad nos revela una relación íntima con la Biblia católica, que se aprecia en  la  analogía con los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Mientras se narran estos elementos en la novela, vemos el incesto como hilo central de la narración. La creencia de José Arcadio y Úrsula sobre la posibilidad de  engendrar un hijo con cola de cochino se debía a que eran primos hermanos.

En diversos libros del Antiguo y del Nuevo Testamento se hace referencia a la práctica incestuosa y a los castigos que por ella podrían pasar los hombres y mujeres. Aunque en algunas ocasiones se ve justificada o por lo menos tolerada, en otras se ve severamente castigada. La obra comienza con el éxodo de José Arcadio Buendía y su esposa Úrsula Iguarán, jóvenes adolescentes en la búsqueda de una tierra prometida para formar un pueblo y vivir alejados de la culpa y de la persecución de los familiares de Prudencio Aguilar y su alma en pena. En el primer libro de la Biblia judeo-cristiana observamos el incesto en las hijas de Lot, quienes embriagan a su padre y mantienen relaciones sexuales con él para procrear y asegurar que la estirpe continúe:

Entonces la mayor dijo a la menor: Nuestro padre es viejo, y no queda varón en la tierra que entre a nosotras conforme a la costumbre de toda la tierra: Ven, demos a beber vino a nuestro padre, y durmamos con él, y conservaremos de nuestro padre generación. Y dieron a beber vino a su padre aquella noche: y entró la mayor, y durmió con su padre; mas él no sintió cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó. El día siguiente dijo la mayor a la menor: He aquí yo dormí la noche pasada con mi padre; démosle a  beber vino también esta noche, y entra y duerme con él, para que conservemos de nuestro padre generación.  Y dieron a beber vino a su padre también aquella noche: y al levantase  la menor, y durmió con él; pero no echó de ver cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó. Y concibieron las dos hijas de Lot, de su padre. (Génesis 19, 31-36).

En Cien años de soledad, José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán contraen matrimonio sin importar las opiniones de sus familiares. Atormentados, especialmente Úrsula, por la idea de que sus hijos saldrían con cola de cochino, guarda la castidad hasta el día en que Prudencio Aguilar hace un comentario ofensivo en la gallera; esto, no solo ocasiona la muerte de Prudencio; además José Arcadio siente la obligación moral de tener relaciones sexuales con su esposa.

Por eso, cada vez que Úrsula se salía de casillas con las locuras de su marido, saltaba por encima de trescientos años de casualidades, y maldecía la hora en que Francis Drake asaltó a Riohacha. Era un simple recurso de desahogo, porque en verdad estaban ligados hasta la muerte por un vínculo más sólido que el amor: un común remordimiento de conciencia. Eran primos entre sí. Habían crecido juntos en la antigua ranchería que los antepasados de ambos transformaron con su trabajo y sus buenas costumbres en uno de los mejores pueblos de la provincia. Aunque su matrimonio era previsible desde que vinieron al mundo, cuando ellos expresaron la voluntad de casarse sus propios parientes trataron de impedirlo. Tenían el temor de que aquellos saludables cabos de dos razas secularmente entrecruzadas pasaran por la vergüenza de engendrar iguanas. (2007, p. 30).

Anteriormente, se observó relaciones afectivas entre primos; en el libro del Éxodo se describen relaciones amorosas de una tía con su sobrino, vínculos contra natura que puede dar lugar a hijos con padecimientos físicos y mentales. A medida que el pueblo de Dios regula sus formas de vida a través de las leyes, estos aspectos van cambiando; pero han de pesar muchos años para que esto suceda, incluso, se puede decir que Jesús es quien viene a dar claridad a las normas.  

Y los hijos de Merari: Mahali, y Musi: estas son las familias de Leví por sus linajes. Y Amram tomó por mujer á Jochêbed su tía, la cual le parió á Aarón y á Moisés. Y los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años. (Ex 6, 19-20).

También observamos en Cien años de soledad estas relaciones incestuosas que, aunque inicien a manera de juego y con cierta inocencia, no dejan de ser incorrectas, no sólo por la creencia de que los hijos nacerían con cola de cochino; adicionalmente, a la vida de Amaranta llegaron dos hombres con intención de casarse; ella los rechaza. Su joven sobrino busca a su tía Amaranta quien, siendo adulta, cae en la trampa de la seducción:

Entonces no sólo durmieron juntos, desnudos, intercambiando caricias agotadoras, sino que se perseguían por los rincones de la casa y se encerraban en los dormitorios a cualquier hora, en un permanente estado de exaltación sin alivio. Estuvieron a punto de ser sorprendidos por Úrsula, una tarde en que entró al granero cuando ellos empezaban a besarse. «¿Quieres mucho a tu tía?», le preguntó ella de un modo inocente a Aureliano José. Él contestó que sí. «Haces bien», concluyó Úrsula, y acabó de medir la harina para el pan y regresó a la cocina. Aquel episodio sacó a Amaranta del delirio. (2007, p. 89).

Hoy día, los vínculos entre hermanos se dan desde el amor filial y son casos aislados donde dos hermanos llegan al amor erótico. En el segundo libro de Samuel, está descrito cómo Amnón persuade a su hermana para tener relaciones sexuales con ella, pero la mujer sabe que no es correcto y se resiste. Luego, acontece algo peor; él abusa sexualmente de ella y termina odiándola.

Entonces Amnón dijo a Tamar: Trae la comida a la alcoba, para que yo coma de tu mano. Y tomando Tamar las hojuelas que había preparado, las llevó a su hermano Amnón a la alcoba.  Y cuando ella se las puso delante para que comiese, asió de ella, y le dijo: Ven, hermana mía, acuéstate conmigo.  Ella entonces le respondió: No, hermano mío, no me hagas violencia; porque no se debe hacer así en Israel. No hagas tal vileza. Porque ¿adónde iría yo con mi deshonra? Y aun tú serías estimado como uno de los perversos en Israel. Te ruego pues, ahora, que hables al rey, que él no me negará a ti. Mas él no la quiso oír, sino que pudiendo más que ella, la forzó, y se acostó con ella. Luego la aborreció Amnón con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado. Y le dijo Amnón: Levántate, y vete. (2 Sm 13,10-14).

No sólo somos hermanos por la sangre sino también por la crianza, es el caso de Rebeca, una niña que llega a la casa de los Buendía a sus juveniles 11 años y como quedó huérfana los esposos Buendía la  reciben como una hija es tratada igual que José Arcadio, Aureliano y Amaranta. En su edad juvenil  tiene un pretendiente que la pide en matrimonio –evento que se posterga por diversos motivos-. Finalmente, Rebeca sostiene relaciones sexuales con su hermano de crianza, José Arcadio Buendía; luego, deciden casarse. Esto es repudiado por Úrsula, quien no les dirige la palabra.

Una tarde, cuando todos dormían la siesta, no resistió más y fue a su dormitorio. Lo encontró en calzoncillos, despierto, tendido en la hamaca que había colgado de los horcones con cables de amarrar barcos. La impresionó tanto su enorme desnudez tarabiscoteada que sintió el impulso de retroceder. «Perdone -se excusó-. No sabía que estaba aquí.» Pero apagó la voz para no despertar a nadie. «Ven acá», dijo él. Rebeca obedeció. Se detuvo junto a la hamaca, sudando hielo, sintiendo que se le formaban nudos en las tripas, mientras José Arcadio le acariciaba los tobillos con la yema de los dedos, y luego las pantorrillas y luego los muslos, murmurando: «Ay, hermanita: ay, hermanita.» Ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse cuando una potencia ciclónica asombrosamente regulada la levantó por la cintura y la despojó de su intimidad con tres zarpazos y la descuartizó como a un pajarito. Alcanzó a dar gracias a Dios por haber nacido, antes de perder la conciencia el placer inconcebible de aquel dolor insoportable, chapaleando en el pantano humeante de la hamaca que absorbió como un papel secante la explosión de su sangre. (2007, p. 113).

El rey Salomón es recordado por su sabiduría, que le permitió gobernar con justicia y prosperar al pueblo. También fue un hombre que tuvo muchas mujeres que le desviaron de su misión y lo llevaron a su propia perdición.

El rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas;  gentes de las cuales Jehová había dicho a los hijos de Israel: No os llegaréis a ellas, ni ellas se llegarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas, pues, se juntó Salomón con amor.  Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón. Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David. (1 Rey 11, 1-4).

En tiempos de revolución y batallas, Aureliano Buendía –quien tuvo más luchas perdidas-, anduvo de pueblo en pueblo, de mujer en mujer al punto que se logran contabilizar diecisiete hijos que, aunque no podía reconocer legítimamente porque no eran del matrimonio, son registrados por la abuela Úrsula en una libreta con el nombre de su padre “Aureliano” y el apellido de las madres:

En menos de doce años bautizaron con el nombre de Aureliano, y con el apellido de la madre, a todos los hijos que diseminó el coronel a lo largo y a le ancho de sus territorios de guerra; diecisiete. Al principio, Úrsula les llenaba los bolsillos de dinero y Amaranta intentaba quedarse con ellos. Pero terminaron por limitarse a hacerles un regalo y a servirles de madrinas. «Cumplimos con bautizarlos», decía Úrsula, anotando en una libreta el nombre y la dirección de las madres y el lugar y fecha de nacimiento de los niños. «Aureliano ha de llevar bien sus cuentas, así que será él quien tome las determinaciones cuando regrese.» (2007, p. 165).

Definitivamente, en Cien años de soledad y en la Biblia encontramos mitos similares; lo más probable es que García Márquez haya conocido a profundidad el texto sagrado de los cristianos y, de pronto, esto pudo alentar el establecimiento de  paralelismos entre algunos aspectos significativos para el pueblo de Israel. El punto de partida es la creación; en la Biblia se resalta primeramente la creación del mundo, del hombre y el caminar del pueblo judío. Cien años de soledad hace referencia a la fundación de Macondo y las causas que lo motivaron. Hallamos un Génesis, el Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, el Diluvio y la asunción de la Virgen. A continuación, estableceremos una breve comparación:

Génesis

Antes la creación, hay confusión y caos. El agua se encuentra desde el comienzo; cuando Dios inicia su proyecto creador, separa el agua del cielo. Es interesante advertir en la novela un  proceso de creación semejante al de la Biblia, con la distinción de que el enfoque religioso cristiana presenta un solo creador; en cambio, en la novela es una familia en compañía de otras que decide ir en busca de un lugar agradable para vivir.

Entonces Dios dijo: “Que haya un espacio entre las aguas, para separar las aguas de los cielos de las aguas de la tierra” y eso fue lo que sucedió. Dios formó ese espacio para separar las aguas de la tierra de las aguas de los cielos y Dios llamó al espacio “cielo”. Y pasó la tarde y llegó la mañana, así se cumplió el segundo día (Gn. 1,2).

Macondo, el pueblo que inmortalizó el escritor colombiano, que fue fundado por José Arcadio Buendía, se encuentra a la orilla de un río, lo que propicia un clima agradable; no fue fácil para Buendía hallar este lugar pero, al igual que Moisés, tuvo revelaciones antes de llegar a la tierra prometida y pudo verla desde lejos; Aureliano tiene un sueño y organiza el pueblo al oeste de Riohacha, capital del departamento de La Guajira, en el norte de Colombia. Macondo era un pequeño caserío de gente feliz y joven pues nadie había muerto; llegó a tener progreso y sus propias leyes. Este lugar atraía por el misterio que lo envolvía:

Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y caña brava construidas a la orillas de un rio de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. (2007, p. 15).

Éxodo

Es evidente que en la Biblia y en la novela se registra un éxodo que moviliza a los sujetos a una tierra prometida y anhelada; pero esto implica una travesía que les expone a muchas situaciones durante un largo tiempo. También, se producen revelaciones a lo largo del caminar que conducen hacia lo deseado:

Los israelitas salieron de Ramsés a Sucot. Sin contar mujeres y niños, eran como seiscientos mil hombres de a pie, en edad militar.  Con ellos se fue muchísima gente de toda clase, además de muchas ovejas y vacas.  Como no habían tenido tiempo de preparar comida, pues los egipcios los habían echado de su país, hicieron tortas sin levadura con la masa que habían sacado de Egipto, la cual estaba sin fermentar. Los israelitas habían vivido en Egipto cuatrocientos treinta años,  y el mismo día en que se cumplieron los cuatrocientos treinta años, todos los ejércitos del Señor salieron de aquel país.  Esa noche el Señor estuvo vigilante para sacarlos de Egipto. Esa es la noche del Señor, la noche en que, en su honor, los israelitas también deberán estar vigilantes, generación tras generación. Éxodo 12, 37-41

El éxodo bíblico obedece a la necesidad de una mejor vida; por eso, el pueblo emprende la búsqueda de un lugar donde mana leche y miel. Pero en Cien años de soledad, el éxodo está motivado por la necesidad de calmar la conciencia del crimen cometido por Buendía, quien decide irse con su mujer y otras familias a buscar un lugar agradable para vivir:

Después de matar a Prudencio Aguilar atravesándole la garganta de una lanzada, José Arcadio Buendía no lograba tranquilizar su conciencia. Harta de verlo sufrir, su mujer, Úrsula, le dice: Está bien, Prudencio. Nos iremos de este pueblo, lo más lejos que podamos, y no regresaremos jamás. Ahora vete tranquilo. Fue así como emprendieron la travesía de la sierra. Varios amigos de José Arcadio Buendía, jóvenes como él, embullados con la aventura, desmantelaron sus casas y cargaron con sus mujeres y sus hijos hacia la tierra que nadie les había prometido. (2007, p. 29).

Levítico

En el momento en que se produce la creación, no se estima necesario pensar en la ley y la norma; pero a medida que pasa el tiempo, es imperioso diseñar leyes que contribuyan al desarrollo y al orden social de los pueblos. En el Levítico se registran normas que regulan el comportamiento; en Macondo, por el contrario, no se establecen normas y cada quien decide qué hacer con su vida y sus cosas.

El Levítico es el libro de la ley y saber sacerdotal, del sacerdocio de la tribu de Leví. No contiene secciones narrativas su núcleo fundamental está en la ley de santidad (Lv 17,26); además leyes sobre los sacrificios, normas para el sacerdocio aaronita, leyes sobre pureza e impureza, y el ritual de expiación (Lv 11, 16).

En Cien años de soledad se advierte lo siguiente:

-¿Quién es este tipo? -preguntó.

-El corregidor -dijo Úrsula desconsolada-. Dicen que es una autoridad que mandó el gobierno. Don Apolinar Moscote, el corregidor, había llegado a Macondo sin hacer ruido. Se bajó en el Hotel de Jacob -instalado por uno de los primeras árabes que llegaron haciendo cambalache de chucherías por guacamayas- y al día siguiente alquiló un cuartito con puerta hacia la calle, a dos cuadras de la casa de los Buendía. Puso una mesa y una silla que les compró a Jacob, clavó en la pared un escudo de la república que había traído consigo, y pintó en la puerta el letrero: Corregidor. Su primera disposición fue ordenar que todas las casas se pintaran de azul para celebrar el aniversario de la independencia nacional  (2007, p. 69).   

El pueblo de Macondo no recibe con agrado al corregidor, quien trae las leyes que dictamina el gobierno. El pueblo desestima la idea de que alguien o algo condicionen sus formas de vida. Consideran que no lo precisan. Vivían en armonía y eran felices. Pero, a pesar de rechazar la idea, ultiman aceptar la presencia de aquel hombre y los dictámenes que poco a poco impone.

Números

 En este libro Dios solicita a Moisés que realice un censo; en Cien años de soledad, nadie piensa en realizar un censo, pero Úrsula se ve obligada a buscar una libreta para escribir el nombre de sus nietos y verificar si en realidad eran de su familia; esto lo hizo para saber cuántos nietos tenía y cómo diferenciarlos. Los diecisiete hijos de Aureliano Buendía mueren progresivamente y sólo uno queda vivo. 

El día primero del segundo mes, el año segundo de la salida de Egipto, habló el Señor a Moisés en el desierto de Sinaí, en la tienda del encuentro diciendo: haz un censo general de toda la comunidad de los israelitas por clanes y familias, registrando uno por uno los nombres de todos los varones. Tú y Aarón registraran por batallones a todos los varones mayores de veinte años aptos para la guerra en Israel. Los asistirá un hombre por cada tribu, todos jefes de familia. (Num 1, 1-4).

En el curso de esa semana, por distintos lugares del litoral, sus diecisiete hijos fueron cazados como conejos por criminales invisibles que apuntaron al centro de sus cruces de ceniza. Aureliano Triste salía de la casa de su madre a las siete de la noche, cuando un disparo de fusil surgido de la oscuridad le perforó la frente. Aureliano Centeno fue encontrado en la hamaca que solía colgar en la fábrica, con un punzón de picar hielo clavado hasta la empuñadura entre las cejas. Aureliano Serrador había dejado a su novia en casa de sus padres después de llevarla al cine, y regresaba por la iluminada calle de los Turcos cuando alguien que nunca fue identificado entre la muchedumbre disparó un tiro de revólver que lo derribó dentro de un caldero de manteca hirviendo. Pocos minutos después, alguien llamó a la puerta del cuarto donde Aureliano Arcaya estaba encerrado con una mujer, y le gritó: «Apúrate, que están matando a tus hermanos.» La mujer que estaba con él contó después que Aureliano Arcaya saltó de la cama y abrió la puerta, y fue esperado con una descarga de máuser que le desbarató el cráneo. Aquella noche de muerte, mientras la casa se preparaba para velar los cuatro cadáveres, Fernanda recorrió el pueblo como una loca buscando a Aureliano Segundo, a quien Petra Cotes encerró en un ropero creyendo que la consigna de exterminio incluía a todo el que llevara el nombre del coronel. No le dejó salir hasta el cuarto día, cuando los telegramas recibidos de distintos lugares del litoral permitieron comprender que la saña del enemigo invisible estaba dirigida solamente contra los hermanos marcados con cruces de ceniza. Amaranta buscó la libreta de cuentas donde había anotado los datos de los sobrinos, y a medida que llegaban los telegramas iba tachando nombres, hasta que sólo quedó el del mayor. Lo recordaban muy bien por el contraste de su piel oscura con los grandes ojos verdes. Se llamaba Aureliano Amador, era carpintero, y vivía en un pueblo perdido en las estribaciones de la sierra. Después de esperar dos semanas el telegrama de su muerte, Aureliano Segundo le mandó un emisario para prevenirlo, pensando que ignoraba la amenaza que pesaba sobre él. El emisario regresó con la noticia de que Aureliano Amador estaba a salvo.  (2007, p. 274).

El coronel Aureliano Buendía tiene diecisiete hijos con diecisiete mujeres diferentes, con quienes estuvo solo una vez. No contrae matrimonio con ninguna. Un día, la casa de los Buendía es visitada por las diecisiete mujeres, madres de los hijos de Aureliano, quienes piden a Úrsula bautizar a sus hijos. Ella los manda a bautizar y a todos les pone el nombre de Aureliano y el apellido de sus respectivas madres.

Deuteronomio

La llegada de los peregrinos a su destino les trae una gran satisfacción. Los israelitas llegan a la tierra prometida después de andar durante cuarenta años en el desierto y pasar por muchas tribulaciones; hubo un momento que, por la angustia y la desesperación, manifestaron preferir estar bajo el yugo de los egipcios, pero todo eso fue olvidado cuando llegaron al lugar anhelado. Los esposos Buendía y el grupo de personas que los acompañaron en la aventura de fundar un pueblo en un lugar mágico, después de una revelación que tuvo Aureliano a través de un sueño, llegan al lugar para construir el pueblo soñado:

Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está enfrente de Jericó; y le mostró toda la tierra de Galaad hasta Dan, todo Neftalí, y la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar occidental; el Neguev, y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar. Y le dijo: Esta es la tierra de que juré a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá. Y murió allí Moisés siervo del Señor, en la tierra de Moab, conforme al dicho por el Señor. (Deuteronomio 34, 1-5)

Una mañana, después de casi dos años de travesía, fueron los primeros mortales que vieron la vertiente occidental de la sierra. Desde la cumbre nublada contemplaron la inmensa llanura acuática de la ciénaga grande, explayada hasta el otro lado del mundo (2007, p. 30).

Macondo es un pueblo caribeño de calles polvorientas que, posteriormente, llega a modernizarse. Su fundador, Aureliano Buendía, es un hombre soñador y visionario que logra convertirlo en un lugar muy ordenado y de gente trabajadora, cuyo número ascendía a trescientos habitantes, quienes eran felices y se fueron adaptando a los cambios que iban llegando; incluso, las situaciones difíciles, las sorteaban con ingenio.

Diluvio

En la Biblia y en la novela se produce una gran lluvia que se prolonga durante muchos días hasta convertirse en un gran diluvio que trae un nuevo comienzo. La Biblia relata que el diluvio fue advertido por Dios a Noé, quien construye un arca para resguardar a sus familiares y a una pareja de animales por cada especie; los demás, vieron en Noé un loco. La lluvia inundó la tierra y ocasionó desastres:

El diluvio duró cuarenta días sobre la tierra. Crecieron las aguas y levantaron el arca que se alzó de encima de la tierra. Subió el nivel de las aguas y crecieron mucho sobre la tierra, mientras el arca flotaba sobre la superficie de las aguas. Subió el nivel de las aguas mucho, muchísimo sobre la tierra, y quedaron cubiertos los montes más altos que hay debajo del cielo. Quince codos por encima subió el nivel de las aguas quedando cubiertos los montes. Pereció toda carne: lo que repta por la tierra, junto con aves, ganados, animales y todo lo que pulula sobre la tierra, y toda la humanidad. Todo cuanto respira hálito vital, todo cuanto existe en tierra firme, murió. Yahveh exterminó todo ser que había sobre la haz del suelo, desde el hombre hasta los ganados, hasta las sierpes y hasta las aves del cielo: todos fueron exterminados de la tierra, quedando sólo Noé y los que con él estaban en el arca. Las aguas inundaron la tierra por espacio de 150 días (Gn. 7, 17-24).

El diluvio de Cien años de soledad sobrepasa el tiempo del diluvio bíblico; ambos se originan por la maldad del hombre. Después de la masacre en la bananera, inicia una lluvia que dura más de cuatro años; afortunadamente, Macondo no se destruye, pero al lugar llegan muchos males, se pierden las cosechas y la gente debe ingeniárselas para sobrellevar los embates de la lluvia:

Llovió cuatro años, once meses y dos días. Hubo épocas de llovizna en que todo el mundo se puso sus ropas de pontifical y se compuso una cara de convaleciente para celebrar la escampada, pero pronto se acostumbraron a interpretar las pausas como anuncios de recrudecimiento. Se desempedraba el cielo en unas tempestades de estropicio, y el norte mandaba unos huracanes que desportillaron techos y derribaron paredes, y desenterraron de raíz las últimas cepas de las plantaciones (2007, p. 269).

Asunción

La Asunción de la Virgen María, madre de Jesús de Nazaret, sólo es narrado en los evangelios apócrifos que reseñan que la virgen se duerme y es llevada por ángeles al cielo. Antes de que esto sucediera, María se reúne con los discípulos de Jesús y los anima a perseverar en el proyecto de su hijo; el libro del Apocalipsis comenta de manera simbólica el papel de María: “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas” (Ap. 2,1).  El Papa Pio XII declara el 1 de noviembre de 1950 en la Constitución apostólica Munificentissimus Deus de la Iglesia católica el dogma de la Asunción de María:

Por eso, después que una y otra vez hemos elevado a Dios nuestras preces suplicantes e invocado la luz del Espíritu de Verdad, para gloria de Dios omnipotente que otorgó su particular benevolencia a la Virgen María, para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para aumento de la gloria de la misma augusta Madre, y gozo y regocijo de toda la Iglesia, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial (1950, p. 8).

Incluso, otras iglesias además de la católica celebran la Dormición de María (Asunción), cuyo reconocimiento deja evidencia de que esta celebración no es exclusiva de la fe romana: La Iglesia Ortodoxa bizantina, la Iglesia Siria, la Armenia, la Iglesia Etíope y la Copta festejan la Dormición y asunción.

El afán de García Márquez de tomar pasajes bíblicos para enriquecer su  narración le permite construir un personaje con características similares a la Virgen María, quien destaca en su belleza y pureza; lo que acontece en torno a Remedios la bella, quien también sube al cielo de forma admirable, está signado por lo misterioso y enigmático:

“¿te sientes mal? le preguntó. Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima. - Al contrario- dijo-, nunca me he sentido mejor. Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de las sábanas para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella...” (2007, p. 272).

Al igual que los discípulos quedan asombrados de la forma que la virgen María va al cielo, Fernanda y Amaranta entran en pánico por la forma con que Remedios desaparece; Úrsula, por el contrario, se mantiene serena ante este hecho sobrenatural.

Sodoma y Gomorra

Estas dos ciudades fueron destruidas a causa de la maldad del hombre, por medio de fuego y azufre, porque su pecado era muy grave. Aunque Abraham buscó la forma de interceder para que las ciudades no fueran destruidas, sólo logra que Lot y su familia sean salvados.

Vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante del Señor; por tanto, el Señor nos ha enviado para destruirla. Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levántense, salgan de este lugar; porque el Señor va a destruir esta ciudad. Más pareció a sus yernos como que se burlaba. Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad. Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas. Pero Lot les dijo: No, yo os ruego, señores míos. He aquí ahora ha hallado vuestro siervo gracia en vuestros ojos, y habéis engrandecido vuestra misericordia que habéis hecho conmigo dándome la vida; mas yo no podré escapar al monte, no sea que me alcance el mal, y muera. He aquí ahora esta ciudad está cerca para huir allá, la cual es pequeña; dejadme escapar ahora allá (¿no es ella pequeña?), y salvaré mi vida. Y le respondió: He aquí he recibido también tu súplica sobre esto, y no destruiré la ciudad de que has hablado. (Gn. 19, 12).

Álvaro fue el primero que atendió el consejo de abandonar a Macondo. Lo vendió todo, hasta el tigre cautivo que se burlaba de los transeúntes en el patio de su casa, y compró un pasaje eterno en un tren que nunca acababa de viajar. En las tarjetas postales que mandaba desde las estaciones intermedias, describía a gritos las imágenes instantáneas que había visto por la ventanilla del vagón, y era como ir haciendo trizas y tirando al olvido el largo poema de la fugacidad […]. Luego se fueron Alfonso y Germán, un sábado, con la idea de regresar el lunes, y nunca se volvió a saber de ellos. Un año después de la partida del sabio catalán, el único que quedaba en Macondo era Gabriel, todavía al garete, a merced de la azarosa caridad de Nigromanta, y contestando los cuestionarios del concurso de una revista francesa, cuyo premio mayor era un viaje a París. (2007, p. 455).

El final de Cien años de soledad muestra una serie de paralelismos con la destrucción de Sodoma y Gomorra; es una especie de profecía que obliga a los personajes buenos y sanos a salir del pueblo antes de ser destruido; primero, sale el sabio catalán y luego Álvaro en un tren sin destino fijo hacia el infinito; después, sale Alfonso y Germán; Gabriel saldrá cuando ya se percibe la inminente destrucción de Macondo. Existe una gran analogía con el relato bíblico que anuncia que los hombres deben salir del pueblo con sus mujeres e hijos sin mirar atrás, porque el pueblo será destruido; ellos deberán ir a otro pueblo a refugiarse. Se cumple la profecía de Melquíades; el hecho de que Aureliano Babilonia hubiese cometido incesto, genera que su hijo nazca con rabo de cochino y sea comido por las hormigas, mientras Amaranta muere desangrada y él alucina desesperadamente y solo en el pueblo que será arrasado por un huracán. El autor culmina la obra con la destrucción y redención de un pueblo. La matanza de las bananeras tuvo gran importancia y, posiblemente, produjo la decadencia y futura destrucción de Macondo.

En definitiva, es imperioso ponderar la ingeniosa maestría de García Márquez, quien entreteje la vida de El caribe colombiano con fascinantes hilos de ficción en un lienzo cuyas puntadas desafían los límites de las certezas e invitan al lector a sumergirse en las profundidades de lo inverosímil. Este periplo mítico, poético, maravilloso, mágico y sagrado nos lleva al encuentro de otra forma de articular la realidad. Por un lado, nos acercamos a la experiencia fundacional del misterioso Macondo, a la luz del relato bíblico originario. Sin embargo, el hallazgo de esta tierra prometida está condicionado a la conciencia culposa de Buendía, detonante del éxodo familiar. Por otro lado, acompañamos el proceso de desarrollo social y jurídico de esta civilización emergente que se acrecienta con la numerosa descendencia del coronel Aureliano Buendía. Así, Macondo representa El Caribe: Macondo es un sueño costeño, es una visión tropical, es un maravilloso ejercicio de comprensión e interpretación de los discursos multiformes que coexisten en nuestra literatura, cuya razón de ser es vitalizar en cada trazo nuestra esencia.

BIBLIOGRAFIA

Atlas Universal de Filosofía. (2006). Barcelona: Océano.

Biblia de Jerusalén  (1975). Bilbao: Desclée.

Borges, J. (1989). Obras completas tomo III. Barcelona: Emecé

García, G. (1967). Cien años de soledad. Bogotá: Editorial Oveja Negra.

Urlar Pietri, A. (1948). Letras y Hombres. México: Fondo de Cultura económica.

Paz, O. (1974). Laberinto de la Soledad. México: Fondo de Cultura económica.


Publicado el 20/03/2023
Etiquetas: Realismo mágico, mito, relato bíblico y Cien años de soledad

Nuestras Publicaciones

Revistas Periódicas

Son publicaciones seriadas y arbitradas que se difunden de manera regular y representan el órgano divulgativo de los centros de investigación activos de la Universidad Nacional Experimental “Francisco de Miranda”

Investigaciones

Son trabajos que se corresponden con la indagación científica, el análisis y el estudio de casos diversos en diferentes áreas de conocimiento, presentando resultados que aportan en el ámbito teórico y práctico tanto a la academia como a la sociedad.

Libros Publicados

Son publicaciones  registradas con un  número estándar internacional de libro (ISBN) que abarcan una o varias temáticas de manera extensa y detallada, las cuales se presentan en formato digital, con la posibilidad de poder divulgarse también de manera impresa.

Otras Publicaciones

Son publicaciones editadas en formatos diversos como folletos, calendarios, plaques, periódicos, entre otros que no ameritan la extensión de un artículo de revista o un libro, o bien, están diseñados a base de imágenes artísticas 

Revistas UNEFM

Cs de la Salud

  • Fundación: 20/09/2024
  • Temática: Producciones científicas de todos los programas académicos de pregrado y postrado del área de la salud.
  • Editor: Juan Carlos Perozo
  • Ver más

Cs de la Educación

  • Fundación: 18/01/2012
  • Temática: Literatura, lingüística y humanidades
  • Editor: Jesus Antonio Madriz Gutierrez
  • Ver más

Cs de la Salud

  • Fundación: 07/12/2017
  • Temática: Gerontología, Vejez y Envejecimiento
  • Editor: Sandra Quintero
  • Ver más

Cs de la Educación

  • Fundación: 20/01/2003
  • Temática: Conocimiento social, educativo, humanidades, letras y artes
  • Editor: Mariaolga Rojas Ramirez
  • Ver más

Cs de la Educación

  • Fundación: 27/07/2023
  • Temática: Patrimonio religioso, histórico, cultural, de comunicación, del turismo cultural y religioso, valores, desarrollo humano e identidad cultural del estado Falcón y Venezuela
  • Editor: Arling Ramón Moreno Yores
  • Ver más

Nuestros Autores

Osmani Margarita Amaya González

osmaniamaya31@gmail.com

Janina Chirino

janinaelizabeth@gmail.com

Miguel Zavala Reyes

zavalareyesmiguel@gmail.com

Esther Añez

anarho51@gmail.com

Ana Parra de Torrealba

ana.asiloe@gmail.com

Jholennys Emigdia Leones Chirino

Azbache2711@gmail.com

Arling Ramón Moreno Yores

morenoyoresarling@gmail.com

Amiradelys Navarro

amiradelysnavarro@gmail.com

© 2022 Fondo Editorial UNEFM. Todos los derechos reservados | Basado en plantilla de W3layouts